Solo palabras (nacieron hoy de mí) a Camilo Sesto in memoriam

Artículo de Opinión de Rosa García, portavoz de Cs Alcoy

Qué fácil resulta hoy decir que algo de nosotros se va muriendo…

Fácil, pero objetivo: la voz de Camilo ‒y el resto de sus esencias artísticas‒ estaba, está, dentro de nosotros y algunos (bastantes) se dan cuenta ahora…

¿Por qué se van los mejores, y los mindundis quedamos a merced de los canallas? ¿Por qué hay que averiguar si la arruga es bella mientras las calles (y las vidas) se van quedando a oscuras?

¿Por qué la envidia, ese pecado lóbrego y generalizado que empaña mentes, oídos y almas, sobre todo almas, se disipa con la muerte y perdona las merecidas penitencias? Siempre se repite la misma historia.

A Camilo Blanes no se le perdonó que mudara en Camilo Sesto. Bien estaba que hubiera nacido alto, esbelto y mucho más guapo que el común de los mortales, pero ¿que además tuviera talento? ¿Dónde se ha visto eso? ¡Acabáramos!

Y no, no era admiración disfrazada de envidia, no era una relación Salieri-Mozart, donde la envidia es el paso que lleva de la admiración al odio. Era algo mucho más terrenal, algo muy vulgar y simple. Fueron las ganas de embarrar un nombre por el hecho de que destacaba a un nivel nunca visto en nuestra ciudad. Era la forma mezquina y vil que tuvieron algunos, para denostar a alguien que brilló, sin necesidad de “casarse” con más ideas que la música y la letra de miles de exitosas composiciones.

Qué vergüenza para esos mismos, que se atrevieron a juzgar su obra, comprobar que artistas de renombre y personajes destacados de la vida pública y política del mundo entero, algunos incluso de su mismo color político, han sabido siempre de su calidad.

No importa; hay que entender a tanto analfabeto mental y sentimental, porque Camilo Sesto nunca fue de carne y hueso, ese era otro; era Blanes el que en las entrevistas se veía cercano y humilde, poco histriónico, que era lo que se esperaría de un personaje de su nivel.

Camilo Sesto, al que muchos acusan de “blandito” por no haberse metido nunca donde no le llamaban, fue un revolucionario que en 1975 dejó a todo el planeta boquiabierto al representar a Jesucristo en el musical de Andrew Lloyd Webber, quien por cierto, dijo que había sido la más fabulosa interpretación de todas las versiones que se hicieron de su obra en el mundo.

Se ha dicho que su creación fue revolucionaria, libre y misteriosa. Que sacudió los espíritus de los creyentes y alumbró el alma de los escépticos. Que la letra de Getsemaní es una puñalada de barrio alto al corazón de la tradicional fe cristiana… ¡Toma ya, blandito!

Camilo, esto es para vosotros, para los dos, Blanes y Sesto. Porque hoy, más que nunca me produce escalofrío tu verso.

…dime si mi vida con la muerte he de cumplir.

Quizá así sea.

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