Javier Morales. In memoriam

Artículo de Fernando Pastor, Diputado Autonómico del PP

Fue Jordi Sedano quien me informó por teléfono. Lo presentí al ver su llamada tan temprano para ser un miércoles de agosto: Javier Morales había fallecido.

Jordi y Javier eran buenos amigos. Muy buenos amigos, de los de verdad. Jordi es uno de los pocos que ha estado con Javier acompañándole en sus últimos paseos.

Gracias a la política tuve la oportunidad de conocer a Javier. Entre los años 2008 y 2011, siendo Sedano alcalde, dirigí la concejalía de Turismo y fue ahí cuando gestioné proyectos y compartí vivencias con Javier Morales, entonces presidente de la Asociación de San Jorge.

Entre todos los momentos y recuerdos que me vienen a la cabeza durante estos días, me quedo con una reflexión que Javier compartió conmigo. Se resume en una frase sencilla y al mismo tiempo contundente que le oí citar en varias ocasiones: “La Festa ha de estar al servicio de Alcoy y nunca al revés”.

Javier, con un enorme respeto hacia la Festa, entendía ésta como un elemento patrimonial, cultural, religioso, festivo… propiedad de todos los alcoyanos a través del cual podíamos contribuir a hacer un Alcoy más grande, más próspero, más capaz. Primero Alcoy y después la Festa, por ese orden.

Era valiente en este sentido. Pensar y compartir estas reflexiones en Alcoy significa exponerse a la polémica y a la crítica fácil. Más aún si quien las expone es el jefe de la Festa, el presidente de la Asociación de San Jorge.

Javier pensaba que era bueno para Alcoy que la Festa viajara a Nueva York o a Tokio. O que la Cabalgata de Reyes Magos visitase FITUR. Javier apoyaba desde el Casal todas y cada una de las acciones de promoción turística de Alcoy a través de la Festa. Porque a través de la Festa abrías la puerta de Alcoy, que era lo más importante. Y no al revés.

Hoy parecen planteamientos o actitudes sencillas y de cajón, pero entonces no lo eran. No todos en el mundo de la Festa pensaban como Javier sobre la promoción turística de la Festa y su utilización como recurso al servicio de la ciudad. Toda decisión tenía su riesgo, su crítica en la trastienda…

Para mí ésta fue una parte importante de su legado y aportación. Además, lo hizo sin ofender, sin menospreciar a quien no pensaba como él, sin señalar a nadie y, también muy importante, sin pedir nada a cambio. En este sentido, Javier dio mucho más de lo que recibió.

Como historia y descubrimiento personal me quedo con el viaje a Sicilia que compartimos Javier y yo junto a nuestras respectivas esposas, Emi y Susana, para recoger un premio internacional que el municipio siciliano de Misterbianco concedió a la Fiesta de Moros y Cristianos de Alcoy.

Allí tuve la ocasión de conocer más a fondo a Javier y descubrir otra de sus grandes aficiones o pasiones: la política. Daba gusto oírle hablar con propiedad y rigor de la Transición Española o de política internacional. Todo un descubrimiento. Un enorme placer.

¡Grande!, Javier Morales

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